viernes, 23 de septiembre de 2011

Clients à la carte

Recuerdo que una vez fui invitado a una fiesta donde el catering estaba incluido y yo, por temor a quedarme con hambre, comí algo en mi casa antes de salir. El problema es que cuando llegue me encontré que había un montón de cosas ricas, ya sin apetito, me reserve solo para las comidas que mas me gustan. 
En otra ocasión me sucedió todo lo contrario, estaba de campamento, hacia días que comía fideos y arroz, una tarde, luego de una larga caminata, llegué a la carpa y descubrí que había pan dulce con frutas abrillantadas, fue la alegría mas grande que tuve ese día, lo devore como si estuviera comiendo chocolates suizos. Quiero que sepan que si hay algo que odio de las fiestas de fin de año son: el turrón duro como el mármol y el PAN DULCE CON FRUTAS!.
En fin, todo esto viene a que con los cliente pasa básicamente lo mismo, la cantidad de trabajo depende la época del año, el clima y la alineación de los planetas. Pueden ocurrir tres cosas cuando uno recién comienza con su emprendimiento: 
1. Hay épocas en donde tenes mil personas (no literalmente) necesitando de tus servicios, pasas largas temporadas frente a la PC, haciendo eternas listas de tareas, donde cada minuto es crucial y añoras el placer de tachar los items de esa lista. Tiempos en donde si te corren una reunión dentro de tu "apretada" agenda, te des-configuran el día, y ni hablar de la semana. Ahí es en donde uno de "da el lujo" de seleccionar que proyecto tomar y cual no.
2. Otra cosa que puede ocurrir es la de sequía, donde te ponés contento hasta con el mas mínimo trabajo (Diseño de mostrador para Panadería "La Choli"). Épocas de un solo cliente, donde no solo no te interesa el proyecto que te proponen, sino que le haces un descuento considerable para poder tener un trabajo. 
Claro esto recién comienza y no tengo esclav... empleados para poder derivar los proyectos que no me gustan. Entonces tengo que abrir grande la boca y comerme el bocadito de cliente por mas que no me guste.
3. La última, y no menos importante, es cuando uno no sabe decir que no, y termina aceptando todo lo que se le presenta en el camino. Ahí, mis queridos lectores, estamos frente a un ejemplo de glotón. La gula es un pecado y hay que saber controlarlo...
Es difícil rechazar trabajo y mas cuando recién empezás, uno quiere instantáneamente ser jefe, tener siervos y aceptar todos los proyectos que caen. Pero como estamos lejos de esas realidad ocurre que uno termina siendo no solo resuelve el problema del cliente, sino que también se encarga de llamarlos, escribir los mails, contactarse con los proveedores, planchar, tejer, bordar y abrir la puerta para ir a jugar...

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